El teatro como espejo: inclusión, representación y poder
El arte como tejido: cómo nos atraviesan las historias que contamos. Qué podemos contar y desde donde?
*Articulo para la Revista de la Facultad de Artes Escenicas de Monterrey, UANL Volumen 5.
El teatro contemporáneo se enfrenta al desafío de equilibrar la libertad creativa con la responsabilidad de representación. Como forma de arte, el teatro no solo refleja el mundo sino que también lo cuestiona. A pesar del cuestionamiento, las narrativas dominantes y las posiciones de poder a menudo marginan voces y experiencias diversas en el ámbito teatral.
Hoy en día, reconocemos la importancia de crear espacios inclusivos y alternativos en el teatro. La búsqueda de narrativas alternativas y la exploración de lo disruptivo, ya sea a través de la representación de grupos diversos o temas histórico-culturales, no es una mera tendencia o una obligación moral, sino una forma de enriquecer y ampliar la conversación teatral.
Quienes se dedican al teatro conocen el impacto que puede tener una pieza o la experiencia teatral sobre alguien mas, tanto en el proceso de creación como en su puesta en escena. Es un acto de valor y compromiso con el contexto: cuestionar lo establecido y dar voz a lo que todavía no ha sido expresado. Tanto en el proceso de creación como en su puesta en escena, el teatro permite explorar lo prohibido, lo silenciado, lo incómodo.
Como artista, el desafío no es solo contar lo propio, sino en dar su propia mirada sobre lo expuesto y generar una discusión, aunque venga de otra experiencia. Ahí es donde cobra sentido esta forma de arte, en el coraje de reconocer que lo que se dice en escena importa y moviliza. Desde nuestra propias investigaciones, con nuestra propia lupa, válida y legítima, podemos aportar nuevas formas de ver el mundo. Y en donde las historias inclusivas pueden sacar provecho a los espacios tiesos y viejos que necesitan nuevas visiones, nuevas preguntas y nuevas formas de hacer teatro. Ahí es donde cuenta.
Si eres parte del mundo, el mundo te incumbe. No existe una separación entre lo que ocurre afuera y lo que somos internamente: cada historia, cada conflicto, cada lucha social nos afecta, incluso cuando creemos estar al margen. Vivimos en un entramado de experiencias, y cada perspectiva que nace dentro de este tejido es válida porque surge desde la vivencia, desde lo que cada persona puede reconocer como parte de su historia y su identidad.
¿Para qué queremos arte que solo funcione en una sola vía? ¿Un monólogo? ¿Una vista lineal, básica, sin matices, sin aristas, sin ningún tipo de gris? ¿Qué son los absolutos en un mundo donde los grises predominan?
El arte es diálogo, es confrontación, es abrir múltiples caminos de interpretación. Lo contrario es limitación, una versión reducida de la complejidad que nos rodea.
¿Puede un artista interpretar o dirigir historias que no forman parte de su propia experiencia?
Ese es el labor de un interprete escénico. Prestar su sensibilidad a lo ajeno. Mimetizar e interpretar aquello ajeno a sí mismo.
Si limitáramos la creación teatral únicamente a las vivencias personales, perderíamos la posibilidad de imaginar, cuestionar y dar voz a historias que van mas allá de nuestra propia existencia. Es necesario que como artistas que pongamos el cuerpo en lo que nos afecta aunque sea indirectamente, necesario hablar desde nuestra visión de mundo, necesario dar espacios a otras opiniones y aristas a las mismas conversaciones de siempre. Darle el cuerpo, la atención y la lupa a vivencias que aunque nos parezcan sencillas, poseen poder en su símbolo y en su decisión de poner en escena.
Nuevos mundos son necesarios. Aunque sean ficcionales.
La libertad de comunicar conlleva una gran responsabilidad. El teatro le da el chance a los actores de encarnar personajes diferentes a ellos mismos, y le da a los directores y dramaturgos las herramientas para dar vida a mundos que nunca han habitado. A indagar mas allá, a mirar con otra lupa la simple realidad, a replantearse el pasado y comprometerse con una visión de mundo ajena a ellos.
El peligro no radica en exponer experiencias ajenas y que el publico “no entienda”, el peligro está en hacerlo sin el respeto, la investigación y la sensibilidad necesarias. La diferencia entre una obra que profundiza en una realidad y una que la simplifica o la estereotipa radica en el compromiso con la verdad y la humanidad de los personajes.
De qué manera podemos representar sin distorsionar o explotar narrativas ajenas?
Representar historias ajenas requiere mas que la creatividad del equipo, lo que determina el valor de una representación es cómo se aborda esa historia. Para abordar historias con un peso social o histórico profundo o controversial la manera esta en la compasión de la mirada de quien pone la historia en escena.
No es solo qué se cuenta, sino cómo se cuenta lo que define el impacto de una obra. Una misma historia puede narrarse de mil formas, pero solo cuando resuena con la humanidad del espectador logra trascender la barrera de lo racional y generar un conversación auténtica.
“Desde las necesidades humanas podemos encontrarnos en los lugares en común.” - Dam
No podemos desentendernos de lo que sucede a nuestro alrededor. Negar la importancia de perspectivas diferentes es negar la abundancia del mundo en el que creamos. Asumir que somos parte de este tejido de experiencias nos permite entender que cada historia, cada voz, cada lucha tiene su importancia y significado. Es ahí donde el arte y el teatro cobran su verdadero poder: en hacernos sentir parte de algo más grande, en recordarnos que, aunque no compartamos la misma visión, todos estamos conectados por una humanidad sensible que nos atraviesa.
No podemos entenderlo todo, pero podemos preguntar.
Las sensibilidades y experiencias de las personas diversas no pueden ser plenamente comprendidas por quienes no las han vivido en carne propia. El teatro puede visibilizar y dar espacio a estas realidades, pero también corre el riesgo de representarlas desde la distancia, de manera superficial o incluso reduccionista.
Más que simplemente mostrar una historia, el arte puede exponerla, interrogarla y, en algunos casos, criticarla sin necesariamente hacerle justicia. La investigación a profundidad y el trabajo de campo vienen de la mano con una creación compasiva, teniendo siempre en cuenta que no podemos llegar a saberlo todo.
Y que sí, hay temas, personajes y problemáticas que urgen ponerlas en escena, pero desde el respeto como base. Esta en el quehacer creativo de un artista responsable con su entorno, la cantidad de deconstrucción y de sensibilidad para poder hablar de historias que no le atraviesan pero que requieren ser contadas.
Todo depende de quien, como y cuando se cuenta la historia.
La diferencia entre representación e inclusión real
Aunque nos esforcemos por hacer que las piezas conceptualizadas desde lo inclusivo, tomando personajes con historias marginales, o abordando temas que consideramos urgentes o injustos, la verdadera inclusión no pasa solo por poner ciertas historias sobre el escenario. Ocurre cuando el control de la narrativa cambia de manos, cuando quienes históricamente han estado fuera de la toma de decisiones pueden finalmente contar sus propias historias sin ningún tipo de intermediarios.
Eso significa que no basta con hablar sobre ciertos temas o comunidades, se trata de que las escuelas de arte, las compañías y los espacios creativos le den realmente el lugar a personas diversas para que dirijan, produzcan y moldeen la escena teatral desde su propia mirada. La inclusión no es llenar una cuota, es escuchar lo que realmente está pasando en la calle, no lo que desde la comodidad de nuestro salón de ensayos creemos que sucede.
Y esto va más allá de darle plataforma a nuevas voces: es permitir cambiar los códigos, el lenguaje y la manera en que se han contado las historias hasta ahora. Si no se cuestiona quién sigue teniendo el poder detrás de decidir qué historias merecen ser contadas y desde qué perspectiva, entonces la inclusión es solo una ilusión, una estrategia bien calculada para expandir el mismo control de siempre, sin cambiar nada de fondo.
El mundo requiere conversación, pero quién pone la mesa?
Este articulo fue publicado por la Escuela de Arte Escenico de Monterrey, a donde llevamos Fragmentos, una obra teatral, si quieres ver el numero completo, descarga el volumen en este link: Revista de Arte Escenico UANL